Iniciamos este nuevo tramo de la Ruta, partiendo del panel general de Frades de la Sierra. Saliendo de la localidad por la carretera de Endrinal, dejamos a nuestra derecha la Charca del Humilladero o Charca del Mulladero. En esta Charca, usada tradicionalmente como abrevadero para el ganado, podremos ver, además de patos, fochas o gallinas ciegas, la querida cigüeña blanca y alguna garza gris, en busca de los anfibios que pueblan sus aguas.
El tramo tiene una longitud de 10,2 Km. Es un recorrido llano y sin dificultad, accesible para todas las personas que les guste disfrutar de un paisaje entre las encinas centenarias.
Es un paisaje de llanura característico de la Dehesa salmantina, de gran interés como modelo eco-cultural, conservando especies de flora y fauna muy características de este ecosistema culturizado. La Dehesa está siendo estudiada por varios departamentos de Universidad, por la relación del hombre con su entorno natural.
Después de pasar la charca tomamos, durante unos 500 m., un sendero a nuestra izquierda que va paralelo a una pared y a la carretera, atravesando ésta y siguiendo en dirección a Endrinal, encontramos una curva a la izquierda, de donde sale un camino por la derecha que tomaremos para continuar hacia Villardeleche.
Por el camino, encontramos una granja con un gran depósito metálico. Justo en ese punto giraremos tomando el camino de la izquierda. Llegaremos a una portera de madera y alambre que cruzaremos para entrar en la dehesa de Aldeanuela de Campo Mojado, perteneciente al término de Casafranca.
A partir de aquí el camino, por falta de uso, puede que se pierda entre la hierba y el pasto, por lo que hay que ir siempre en dirección suroeste atentos a las marcas de pintura.
.El camino va descendiendo suavemente hasta llegar, 1 km. más adelante, a una curva después de la cual encontramos otra portera que hay que atravesar. Enseguida veremos un arroyo, seco en verano, y una charca a nuestra izquierda. A unos 500 m. aparece una nueva portera por la que entramos en la Dehesa de Villar de Leche.
Este tipo de porteras, a veces sustituidas por un enrejado en el suelo, difícil de atravesar por las vacas, tienen como función el evitar que el ganado puedan deambular fuera del terreno que tienen asignado y no impedir el paso a las personas.
Desde aquí seguimos 1,6 Km. hasta encontrar una nueva pared y portera que atravesaremos; desde donde divisaremos las casas de Villardeleche. En este tramo hemos encontrado numerosos senderos que aparecen a derecha e izquierda. No tomaremos ninguno de ellos: seguiremos siempre de frente en dirección suroeste, hacia Villardeleche.
Durante los casi cuatro kilómetros de dehesa recorridos hasta aquí, hemos andado entre vaguadas y praderas, entre las encinas y el ancho cielo de las dehesas, vigilados atentamente por las vacas, siempre curiosas ante la novedad que supone la presencia humana en esas tierras,. Aquí podemos observar ejemplares de la denominada vaca morucha, una especie autóctona característica del campo salmantino.
Nos encontramos sobre la penillanura de la Meseta formada por pizarras paleozoicas con suelos poco profundos, donde sobresalen a menudo las pizarras conocidas como uñas de gato.
Antes de pasar la portera que lleva a las casas de Villardeleche encontramos un cruce de caminos: el de la izquierda nos lleva al río Alagón, en cuya orilla se encuentran unas rocas donde está el grupo de Grabados rupestres neolíticos señalizados con cartel informativo. Estas manifestaciones culturales son evidencias que nos hacen presuponer que nos encontramos con uno de los primeros asentamientos humanos de la comarca, elegido posiblemente por la situación de visibilidad y de buenos pastos de este territorio.
Continuando por el camino hacia las casas de Villardeleche, que cruzaremos, siempre sin dejar el camino vecinal, podemos ver los restos de una antigua fortificación que también fue iglesia, en donde se veneraba a Maria Magdalena, santa vinculada a la antigua comunidad benedictina y a la Orden del Temple, presente siempre en territorios con una importante consagración a antiguas deidades femeninas, suplantada por santas y vírgenes cristianas con estrecha correspondencia simbólica.
Salimos de Villardeleche por una nueva portera hacia la carretera, por la que seguimos girando a la izquierda y que no abandonaremos hasta llegar a la población de Endrinal de la Sierra, situada unos 3 km. más adelante. A escasos metros de esta portera cruzamos el río Alagón.
Por la carretera atravesamos la formación geológica terciaria de El Lombo por el tajo del arroyo de La Granja, enmarcado por pinos. Desde aquí, los suelos más húmedos y profundos permiten la existencia de prados con fresnos y otras especies de mayor necesidad de agua en sus raíces También nos encontramos con robles y algunos arbustos característicos como el majuelo o el endrino, que da nombre, a la localidad de Endrinal.
Pasada una curva que enfila la carretera a Endrinal, encontramos a la izquierda, ya abandonados, los antiguos “huertos familiares”, terrenos comunales que se cedían a las familias con menos medios económicos, para su uso como cultivo de autoconsumo y sostenimiento. A continuación se encuentra el lugar denominado “Las pozas”, charcas, donde se “enrielaba” las plantas de lino, recuerdo del antiguo cultivo del lino, muy característico en toda la zona.
El primer camino y único que sale a la derecha de la carretera, junto a las pozas, nos permite dar un breve paseo de unos 100 m. para poder contemplar dos magníficos chopos singulares, como La Chopa de las Huertas, magnífico ejemplar de chopo castellano.
Volviendo de nuevo a la carretera continuamos hasta un cruce donde se encuentra el pueblo del Endrinal.