Todo fradense que se precie ha de conocer a Antonio Grande y a Antonio Grande (hijo). Este último ha hecho una labor extraordinaria en la recuperación de una de las joyas que tenemos en nuestro pueblo “El molino de Frades de la Sierra”.
¡Donde dejas a Frades con esa máquina nueva, que tarda tres horas en moler una fanega!
Otro dicho popular recogido en “Copla de los pueblos de Salamanca” recopilada por D. Dámaso Ledesma, autor del “Cancionero Salmantino”, que le fue dictada por el famoso vagabundo “Molina”, el año 1907. Hay muchas versiones de estas “retahílas” y “letanías” populares.
¿Dónde dejamos a Frades
ahora con máquina nueva,
que molerá mucho trigo
por medio de tantas ruedas?
Historia:
Nos encontramos ante una verdadera joya que permanece intacta en casi su totalidad, fue en su época catalogado como de tecnología punta, estamos hablando de principios del año 1900, para una zona donde predominaba la agricultura y la ganadería como medio de vida.
De sus orígenes sabemos que su propietario y fundador fue D. Leonardo Miguel Gabriel, aunque no nos consta documentación escrita. Un 15 de abril del año 1930, según consta en una escritura realizada ante el abogado de Guijuelo D. Feliciano Martín Pérez, es comprado dicho molino a D. Manuel González González (segundo propietario) por la familia de D. Lucio Sagrado Vega y su esponsa Dª Encarnación Alonso Iglesias.
Posteriormente la hija del matrimonio, llamada Dª Esther Sagrado Alonso, y su esposo D. Antonio Grande García, continuaron trabajando en el molino hasta 1998, que debido a su jubilación cesaron en la actividad.
La última generación la completan D. Antonio, Dª Celestina y Dª Encarnación Grande Sagrado, hijos de Dª Esther Sagrado Alonso y su esposo D. Antonio Grande García.
Cien años de historia sobre una joya que merece ser visitada.
Historia técnica y anecdótica:
En sus inicios una máquina de vapor (locomotora), alimentada por leña, daba la fuerza para la molturación del trigo y demás cereales.
Un carro de vacas guiado por D. Amadeo Sánchez y un acompañante traían dos viajes de leña diarios desde la finca de Íñigo para abastecer de combustible a la locomotora, y la chiquillada de la época, movida por la curiosidad, iban a calentarse y a escuchar el silbido de la máquina que avisaba a los clientes de que podían acercarse a moler.
“Recuerdo ver a mi abuelo trabajar entre aquel ruido característico de las piedras al girar, y recuerdo las tertulias que allí se formaban de los clientes de la época, con los carros de vacas o mulas esperando su turno de molienda.” (Antonio Grande Sagrado)
Más tarde se le incorpora un motor “crosley” de aceite pesado, lo que hoy podría denominarse un motor diésel, que se arrancaba “a tirón”, y de origen inglés. Se conserva, como no podía ser menos, un pozo de aproximadamente siete metros de profundidad cuya misión era la de enfriar el motor. Con este motor se molía por el día y por la noche se daba luz al pueblo. Posteriormente se instalaría un motor eléctrico.
Datos técnicos del proceso de trabajo:
El edificio tiene dos plantas, con muros de pizarra, es de forma rectangular con grades ventanas de madera y enrejadas. En su interior dos grandes columnas de granito sujetan el peso del maderamen de la planta superior (donde hay un enorme cedazo cuyo interior tiene un gran octógono forrado de tela de seda) que es de pino del norte de gran calidad y vistosidad, y todo el peso de la maquinaria allí ubicada.
En la planta inferior, y situado a la izquierda de la entrada, hay un conjunto enorme de maquinaria destacando el “castillete”, llamado así por su forma elevada. También podemos ver una larga transmisión de una sola pieza, que es el eje central que mueve el conjunto, donde se acoplan dos grandes poleas llamadas “la Fija” y “la Loca” y que transmitían al fuerza a voluntad del molinero mediante el llamado “Disparo”.
Un entramado de coronas y rodamientos en combinación, mueven las piedras. También llamadas “Muelas”, son de gran tamaño y esenciales para poder moler, son de origen francés y se conservan intactas, pudiéndose ver los “Rayones”, equivalentes a las hendiduras molares humanas.
Los “Elevadores” son especie de noria que eleva y distribuye el trigo o harina según convenga a las piedras y al “Cedazo”. La “Piquera” es similar a una pila donde se vacía la mercancía a moler. Las “Caídas” son el conjunto de tubos que terminan en los correspondientes “Empaques” donde se ponían los “Costales”, o sacos, para obtener el fruto de la molienda, ya fuera Harina de 1ª, Tercedilla, Salvado de hoja, etc., etc.