No hubo rincón en Frades que nuestro poeta no cantase, y el río no iba a ser menos:
EL AMA: Lavando en el regato cristalino / cantaban las mozuelas…
LA BALADA DE LOS TRES: Ahora está la niña / lavando en la vega…
Quienes fuimos a la escuela con el que fuera el gran maestro de dos generaciones de fradenses, la nuestra y la de nuestros padres, esto es, EL GRAN DON PACO, en alguna ocasión le oímos hablar del aurífero Alagón; ¿leyenda?, ¿realidad?. Parece que por San Esteban de la Sierra también tienen conciencia de ello.
Vamos a hacer una pequeña semblanza de la historia del río ¿Alagón?, ¿Alabón?, ¿Árragon?.
En el lugar de la Sierra conocido como “El Nacedero”, tiene su origen nuestro hoy río Alagón y así consta en una pequeña piedra, de manera ilegible, la siguiente inscripción: Origen del río Alabón, año de 1878.
Lápida en la que se encuentra la inscripción.
Fuentes del origen del río.
De lo que nos encontramos a poca distancia de su nacimiento, valdría para escribir un libro entero; en su momento dejaremos constancia de lo que nuestros escasos conocimientos del tema nos permitan.
Si bien, podemos decir que ahí encontramos vestigios, tales como las lagaretas, los posibles túmulos funerarios y lo que fueran viviendas vetonas, constatado todo ello en su día por el insigne arqueólogo Ángel Paule Rubio.
En el entorno de Fuentecolá y Fuente del Moro, en las pequeñas posesiones que hay en sus márgenes y allá por el siglo XIX, existieron algunas plantaciones de lino. Estos son algunos de sus propietarios: El Marqués de Santo Floro, don Luis Pérez de Ulloa , don Félix de los Arcos y Enzina…
Pala para abatanar el lino.
De la casa de mis abuelos recuperé una encantadora paleta que servía para abatanar esta planta y obtener la mercancía para el hilado; parece, incluso, que hubo alguna plantación de cacahuetes, quien sabe si traídos de la mismísima Cuba.
Junto a los Pasiles, en una propiedad pequeñita, aún se conserva una pared hecha con piedra y argamasa de lo que en sus tiempos fuera un molino de agua al igual que el existente en el llamado “Prado del Molino”, unos mil metros por debajo de la charca de la Vega. (atraviésale un arroyo que pasa por el pueblo, por entre las laderas en que está asentado y aunque de curso no perenne lleva bastante agua en el invierno, con la que impulsa en esta temporada un molino harinero), tomado del diccionario geográfico-histórico de Madoz, TOMO VIII página 156.
Los Pasiles.
Restos del molino.
Es posible que para acceder a este primero se enrollase a modo de calzada romana la calleja que discurre desde El Tejar Viejo hasta este enclave de Los Pasiles.
Detalles de los restos del molino ubicado en el llamado “Prado del Molino”.
Desde el lugar de los Pasiles hasta la mismísima Vega y hasta los años setenta en los que se instaló la red de abastecimiento de agua en el pueblo, el río, nuestro río tuvo un intenso trajín y si no que se lo pregunten a las mujeres del pueblo.
¡Cómo olvidarlo!. Son muchas las ocasiones en las que la persona con la que llevo compartidos dos tercios de mi vida, recuerda como los lunes, a sus escasos doce años, tenía que dejar de asistir al colegio ya que había seis hombres en casa y era necesario restregar y frotar la ropa usada durante la semana.
De esa manera, sobre todo el lunes y desafiando las inclemencias del tiempo, nuestras madres y también las que hoy son nuestras esposas, cargaban con tajuela y lavadero portando, algunas de ellas, el barreño sobre su cabeza en espectacular alarde de malabarismo y se dirigían hacia las “pozas” debidamente preparadas para lavar la muda y las sábanas, el día que tocaba.
Aunque no lo parezca, entre esa maleza están la pila y la fuente de Mingacha
Me entristece ver como se encuentra ese rinconcito del río donde ellas se dejaron las uñas y parte de su vida, digo, me apena ver como hoy está totalmente cubierto de zarzas y maleza; parece como si estuvieran condenadas a sentir las mismas punzadas de dolor que ellas sentían en sus manos con las heladas aguas en los gélidos días del invierno. Rincón en el que las mozas cantaban al arrullo del agua y adonde, si el trabajo lo permitía, se acercaba algún que otro mozo a darles “palique” que a veces terminara en pequeños escarceos amorosos, o como dijera nuestro poeta,-“que bien pudiera trocarse en amoroso idilio como jamás pudo soñar ningún poeta”. ¡Se contarían por miles, las anécdotas que ellas podrían narrar!.
Después de atravesar las fértiles tierras, hoy perdidas, de la vega nos abandona por la Verdina para adentrarse en tierras de Aldeanueva y después de doscientos kilómetros, ser absorbido por el Tajo.
En las primeras líneas he dejado en interrogante la posible evolución del nombre y es que a buen seguro a lo largo de las distintas épocas de su historia así ha ocurrido. En una de las conversaciones mantenidas con el arqueólogo, investigador y doctor en historia, cacereño de nacimiento y salmantino de adopción, nos apuntó la posibilidad de estos nombres.
A continuación transcribo algunos párrafos a cerca del hidrónimo de “Alagón”, tomados de la siguiente página:
El problema con el que topamos a la hora de explicar Alagón es que se trata de un topónimo antiquísimo; con bastante seguridad podríamos remontarlo a los tiempos de la última glaciación, hace ocho o nueve mil años, cuando en Europa se hablaba una lengua anterior a la aparición de las lenguas indoeuropeas occidentales (germánico, céltico, itálico, etc.), como apunta Sánchez Salor . Además, el vocablo integra una raíz preindoeuropea *AL- / *AR- compatible con la antigüedad a la que acabamos de referirnos y es capaz de transportar un doble contenido significativo para convertirse en un orónimo-hidrónimo: al mismo tiempo que designa la “altura” en la que nace el río, próximo a la Sierra de la Peña de Francia (1723 metros), estribación del Sistema Central entre las provincias de Salamanca y de Cáceres, el propio nombre Alagón está aludiendo al tramo de su “corriente de agua” que transcurre por los dominios del pueblo primitivo que por primera vez lo nominó con este apelativo: “río de las alturas” o “río de la montaña”. Por su parte, el río Árrago nace, como dice Pascual Madoz, en la Tierra de los Ángeles, por encima del pueblo de Robledillo de Gata, y a medida que desciende por este término riega Descargamaría, Cadalso, Hernán Pérez, Santibáñez el Alto, Gata y Moraleja. Recoge en este tránsito las aguas de las riveras de Trasgas, Patana y Gata, corriendo siempre al Suroeste, hasta que desemboca en el Alagón. Su nombre no ha experimentado las vacilaciones fonéticas que ha sufrido su casi homónimo Alagón, debido sin duda a la pronunciación proparoxítona, porque desde las primeras menciones que conservamos de este hidrónimo la forma definitiva ha sido Árrago, y así se lee en un documento del Bullarium Ordinis Militiae de Alcántara del año 1226: “[ …] sive determino per flumen, quod dicitur Arrago, incipiens ubi cadit in fluvio, qui dicutur Gata […] 26 ”. 0 en el Libro de la Montería, hacia 1345: “[…] Et es la vocería desde la ribera de Arrago por cima de las Ferrerías”. Precisamente esta pronunciación esdrújula es la que delata la procedencia prerromana del hidrónimo. Se trata de un primitivo sufijo átono de carácter protohispánico, formado con una vocal inacentuada seguida de una consonante sonora, por lo común /r/, /g/, /n/ y /l/, que actualmente es admitido por los principales romanistas, desde Menéndez Pidal, que ilustra la explicación con topónimos como Brácara < Braga (Portugal) y Bárbole (Zaragoza) < Barbos (La Coruña), a Llorente Maldonado, que recoge los salmantinos Rágama, La Vídola o Los Arévalos. Las noticias históricas que nos han llegado sobre los primeros pobladores conocidos corroboran igualmente la filiación prerromana. Recordemos que Velo y Nieto citaba a los arragones, tribu seguramente vettona de pastores y guerreros que se asentaba a pocos kilómetros de Coria y que “dieron su nombre al río Arrago, que fluye en el Alagón ”. Paredes Guillén dedujo que Alagón, vocablo derivado de Árrago, significa lo mismo que significó éste, simplemente “río”. Matías R. Martínez expresó literalmente que “la voz de Arrago pertenece a una de las antiquísimas lenguas españolas”, y como comentamos en la introducción histórica el nombre de este río se llegó a extender por distintos y distantes puntos de la Pen ínsula, desde Navarra, donde fluye el río Arga, antes llamado Árrago, pasando por Aragón, donde se identificó en un principio el río del que toma nombre la región, Aragón, con el Arrago, hasta la Serdañola (Cataluña) donde hubo dos mansiones denominadas Arragone y Arragona. Otras evidencias de que este curso de agua es un fósil del sustrato prerromano lo demuestran las siguientes reflexiones: a) que contiene el radical ya comentado en Alagón *AL- / *AR- > *ARR- “corriente de agua”, “río”, presente también en Arracón (Valle de Ordesa, Pirineos).
Es, pues, posible que nuestro rio se denominase Árragon como río mayor y Árrago a su afluente cacereño, como río más pequeño.
De todos es conocido el dicho de: “El Alagón por Coria y no por Monleón” y es que en tierras de Cáceres es mucha la vida que aporta.
Al Alagón, Alabón, Árragon:
¡Ay Alagón, Alagón!; tibio remanso sedado.
¡Ay Alagón, Alagón!; turbio regato azorado;
en verano seco
y en invierno bravo.
Con tu aporte de Galán,
Alagón que maravilla;
bravo defensor de Castilla,
en Extremadura buen vino y mucho pan.
¡Ay Alagón, Alagón!
esta es parte de tu historia:
marinero en Coria
y escultor en Monleón.
M. Martín
Articulo cedido por Manolo Martin de Blog Tambaras «Blog de Frades de la Sierra»